"En el amor, en la cárcel o en el hospital, recordemos que afuera hay otros mundos".

Adolfo Bioy Casares




Día 24: escríbele alguien que ya no está.

Chucho,

no sé por qué nos distanciamos tanto. Creí que éramos los mejores amigos, aprendí a leer ese alfabeto (bastante predecible) que inventaste y quise aprender el alfabeto alterno que ideaste para evitar que leyera las cosas que escribías. Gracias por todos esos dibujos que me hiciste. Gracias por mostrarme un poco de ese mundo tan grande que estaba en tu cabeza. Gracias por abrirte un poco conmigo y conocerte. Gracias por dejarme leer un poco las historias que escribías y gracias también por tocar la guitarra mientras yo las leía.

No recuerdo siquiera el nombre de la chica que era tu novia y con la que fuiste a buscarme a mi casa para que le regalara zapatos. De verdad la querías mucho como para atreverte a pedir ayuda para ella. Creo que en parte fue ella quien nos distanció, desde que la conociste dejaste de escribirme por mail y ya no me buscabas como antes. Yo estaba en mi escuela viviendo mi vida, descubriendo cosas nuevas, frecuentando otros entornos... y también comencé a olvidarme de ti. Yo quería que mis amigos te conocieran, sólo conociste a uno. Quería que conocieras a mi novio de ese entonces... creo que los presenté pero tú eras demasiado tímido y cerrado. Quería que tuvieras más amigos y supieras todo lo que yo sabía. Tal vez tenerte presente en mi vida habría evitado lo que te pasó.

Se te ocurrió marcarme por teléfono después de tantos años de silencio y estaba muy molesta contigo por no responder mis mails, ¿qué te costaba tomarte unos minutos para sentarte a escribirme unas líneas? Yo podría lidiar bastante bien con tus faltas de ortografía, aunque no las tolerara. Fue un 24 de abril cuando me marcaste, yo estaba tan cansada porque no había dormido bien esa noche y opté por ser cortante contigo e irme a dormir. Tal vez no debí haber hecho eso, ¿habría cambiado algo de ser así? ¿Habría ayudado a evitar lo que te pasó?

Creo que te maldije. Recuerdo cuando me dijiste que, cuando tuvieras tus hijos, los ibas a educar de diferente manera. Yo sarcásticamente te respondí "Y eso si los tienes". Tiempo después me confesaste que ese comentario mío te había ofendido. Aunque te pedí disculpas, no sabía que esas líneas eran un presagio. Nunca ibas a tener hijos.

No sé qué pasó con tu guitarra, ni con tus dibujos, ni con tus alfabetos, ni con las canciones que compusiste, ni con las historias que creaste, ni con el disco de Linkin Park que te di porque yo ya no quería conservarlo (porque era el obsequio de un ex novio). Me hubiera gustado tener alguna de esas cosas para honrar esa amistad que tuvimos. Sólo conservo lo que me obsequiaste en su momento.

¿Cómo habrán reaccionado tus padres ante la noticia de tu muerte tan violenta? Es algo que me voy a preguntar toda la vida. Ambos sabemos que ellos no te querían.

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Cuando ustedes se acuestan cansados/as apagan la luz y se vuelven de cara a la pared. Yo siempre he tenido encendida la luz de mi alcoba. Sólo conozco el color del muro en las madrugadas.

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En esta nota declaro que las entradas marcadas con dos asteriscos (**) no son de mi autoría y/o son recopilaciones de distintas fuentes.


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