"En el amor, en la cárcel o en el hospital, recordemos que afuera hay otros mundos".

Adolfo Bioy Casares




Breve semblanza de un lustro

Empecé a escribir en este blog por allá del año 2009, cuando yo tenía unos 17 años. Hoy tengo 22 años y muchas cosas han pasado en mi vida desde entonces. He cambiado mucho en este tiempo y he visto cómo la gente de mi alrededor también ha mudado de cierta manera. Incluso mi entorno inmediato se ha transformado drásticamente de manera que, de haberme ausentado en todos estos años, al volver no reconocería nada, ni a nadie.
Revisé varios de mis primeros escritos. Además de tener una paupérrima redacción, tienen contenido que sólo las personas más allegadas a mí comprenderían, usaba palabras que sólo en este país se usan, y, aunque el tráfico ha aumentado, no hay mucho que se pueda hallar aquí, pero hay gente a la que le gusta leer lo que le sucede a alguien ordinario como yo. 
A menudo me gusta leer blogs de personas que hablan de las cosas más triviales o insignificantes de sus vidas, me agrada saber que no soy la única a la que le pasan cosas así, me gusta ver que hay realidades diferentes a la mía, me gusta saber qué es lo que piensan otros, me gusta ver dramas existenciales, rupturas amorosas, proyectos inconclusos, situaciones increíbles y alegrías infinitas.
Ya no he escrito aquí porque ya no me siento tan identificada con todo aquello que alguna vez plasmé, pero me agrada sobremanera ver cómo las temáticas han cambiado, cómo mis horizontes se han expandido y cómo he podido afrontar y sobrellevar mi realidad.

Esto es algo de lo que le ha sucedido a la autora de este blog, desde 2009 hasta este primer día del último mes del 2014


° 2009: comencé a escribir en este blog en aras de ser una escritora. Evidentemente eso no ha pasado, pues al entrar a la carrera descubrí que mis intereses y capacidades están enfocados a otra cosa. Este espacio sólo lo uso como lugar para desahogarme y escribo por hobby, sólo para ocupar espacio en la red. El mismo año tuve un par de rupturas amorosas y probé la marihuana.

° 2010: en enero de ese año me embriagué por vez primera, recuerdo no que me dio resaca, en esa ocasión fue la primera vez que me animé a viajar con amigos. Me rompieron el corazón en abril de ese año. El último día de julio tuve mi primer empleo "formal". Inicié la carrera en agosto y el primer día de clases conocí a la que hoy es mi mejor amiga de la universidad, sin la cual, no hubiera sobrevivido en la carrera. En diciembre estuve en una práctica de campo con los de la carrera de historia, durante dos semanas estuvimos por el sur de México recorriendo las zonas arqueológicas más significativas. Al volver, algo cambió.

° 2011: comencé el año con unas inmensas ganas de recorrer el mundo y ser una mochilera, eso fue a raíz del viaje de diciembre, al saber que me encontraba cerca de Guatemala tuve la imperiosa necesidad de conocer el país vecino y los que le sucedían. 
Después de estar trabajando casi un año, y después de soñar con viajar, finalmente dejé mi trabajo y me animé a tomar un tour y viajar por Guatemala y parte de Honduras. Al volver ya no quise parar de viajar. Me dio dengue por primera vez.
En octubre de ese año decidí ir al Festival Internacional Cervantino, que se lleva a cabo en la ciudad de Guanajuato. Me armé de valor y fui sola. 
En noviembre tuve una crisis existencial y deserté de la carrera. Comencé a estudiar portugués.
En diciembre tuve una epifanía: debía continuar en esa carrera, ahí estaba lo que realmente quería hacer. Tomé la decisión de volver. En ese mismo mes me fugué a la playa de Mazunte con gente que no conocía. Estuvimos a punto de morir en un accidente de carretera, pero el viaje valió la pena. Recibí el año 2012 en la orilla del mar. Me dio dengue por segunda vez.

° 2012: ya tenía en mente que al terminar la carrera tomaría mi mochila y me iría a recorrer América Latina.
En marzo viajé con los de la carrera de Estudios Latinoamericanos al estado de Oaxaca. Fue una práctica de campo muy linda. Nos enseñaron a hacer papel. Descubrí que no podía soportar a mi amigo Nacho por más de 24 horas. Probé las tlayudas e hice una amiga oaxaqueña. Conocí lugares de Oaxaca que desconocía y algo me conectó con ese lugar.
Entre julio y junio me uní por primera vez a manifestaciones.
En agosto viajé con amigos a un lugar muy escondido del Estado de México, fuimos a un festival de mariposas monarca. En ese viaje comencé a estrechar lazos con mis amigos y conocí a más personas.
En noviembre viajé al estado de Guanajuato, estuve en León, Irapuato y san Miguel de Allende. Fue la primera vez que recorrí mucho con tan poco dinero.
En diciembre un amigo me invitó al cine a ver El Hobbit, pues yo estaba sin un centavo pero con ánimo tolkiendili.

° 2013: el inicio del año fue muy difícil para mí. Tuve que dejar de lado (por un rato) mis deseos de viajar y conocer el mundo. Sufrí una pérdida familiar irreparable y, a la mala, tuve que madurar. Pese a ello, muchas personas me alentaron a no dejar de lado mis proyectos y me armaron de valor. Sin esas personas yo habría sucumbido ante la desolación y la desesperanza.
En junio, algunos de mis amigos me hicieron una fiesta sorpresa (y atrasada) de cumpleaños.
En julio reparé en que estar encerrada en casa era una muerte lenta y segura, por ello tomé la mochila y, junto con mi mejor amiga, nos fuimos al estado de Aguascalientes, donde hicimos buenos amigos y descubrimos que la amabilidad de nuestra propia gente llega a niveles insospechados. Ese viaje fue un volver a la vida.
En noviembre el Día de Muertos tuvo un significado muy distinto para mí
En diciembre fui sola a ver la segunda entrega de El Hobbit.

° 2014: sin proponérmelo abandoné mi proyecto de recorrer América Latina porque sabía que este año no terminaría la carrera. 
El año lo inicié muy bien, pues decidí explorar otros horizontes y fue así como llegué a Cuba, en donde estuve paseando durante dos semanas entre La Habana y otras provincias. Conocí el amor de diversas maneras, me enamoré más de mil veces, no sólo de la gente, también de los atardeceres, del mar, del malecón, de las casas viejas, de los autos clásicos y en general de una sociedad en la cual prevalecen valores que en este país ya están casi extintos. Vi de primera mano las necesidades que tiene el pueblo cubano.
En febrero estuve encerrada en casa replanteando mi existencia y deseando que fuera marzo. Dejé la facultad por un semestre.
Durante todo marzo estuve entre Argentina, Uruguay, Bolivia y Chile soprendiéndome cada vez más de la diversidad racial y cultural de este continente. Estuve entre el tango y el candombe, el mate y el asado, el Río de la Plata y un desierto de sal, la rambla y el Desierto de Atacama. Escuché acentos distintos y lenguas como el aymara y el quechua. Vi ojos rasgados y ojos italianos. Vi mucho y capté muy poco. Me enamoré una vez más.
En abril volví a casa y de nuevo replanteé mi existencia y pensé mucho en el amor y sus formas tan inverosímiles de llegar a mi vida en los lugares más inesperados, en la hora menos pensada.
En julio, casi sin proponérnoslo, mi mejor amiga y yo volvimos a Aguascalientes, visitamos a un gran amigo y conocimos varios municipios aledaños.
En agosto volví a la facultad.
En septiembre las cosas en el país comenzaron a cambiar.
En octubre decidí que cada año conoceré un país o estado diferente, no sé cómo ni en qué orden, pero lo haré. 
En noviembre sentí miedo. Tuve miedo de ir a la facultad. Me uní a protestas siempre temiendo que la policía, en la que se supone que debería confiar, me detuviese, torturase o desapareciese. Nunca pensé que ser estudiante en este país se convertiría en una actividad de riesgo. A pesar del miedo, las numerosas muestras de apoyo me han dado esperanza. Aún no sé cómo terminará esto.

Hoy es el primer día de diciembre. En las siguientes semanas pueden suceder muchas cosas, no sé dónde pasaré la Navidad, no sé si vendrán más protestas, si mi país seguirá un rumbo distinto, no lo sé. Y en 2009 no tenía la más remota idea de que pasaría todo lo que acabo de relatar.




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Cuando ustedes se acuestan cansados/as apagan la luz y se vuelven de cara a la pared. Yo siempre he tenido encendida la luz de mi alcoba. Sólo conozco el color del muro en las madrugadas.

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