"En el amor, en la cárcel o en el hospital, recordemos que afuera hay otros mundos".

Adolfo Bioy Casares




Nociones de locura en la literatura

Esto es la introducción que forma parte de una antología que hice en conjunto para una clase, así que pueden creer o no en la mitad de lo que lean aquí.

Roy Porter empieza su libro (1) con la idea de que la Locura no tiene definición. Hay, sin embargo quienes incluyen en ella trastornos como la neurosis, psicosis, histeria, fobias y otros más, dejando en claro que El término "locura" es relativo. Aunque la locura no se pueda diagnosticar directamente se puede halar un poco de lo que fue y de los que es en lo social y, sobre todo, en lo literario.
Para esto último, debemos remitirnos a los clásicos, aunque muy probablemente hay cosas que escapan a este escrito que son de épocas más atrás. En la antigüedad la locura se veía como una inflamación de alguno de los cuatro humores: el colérico, el flemático, el sanguíneo y el melancólico, asociando con estos dos últimos lo que conocemos actualmente como manía y depresión. Cuando uno de estos humores y sus líquidos (bilis amarilla, la flema, la sangre y la bilis negra) estaba en mayor cantidad en el cuerpo de alguna persona, esta enfermaba. Este es un sistema de analogías físicas bastante complejo y simbólico que sigue presente entre nosotros.
En la literatura es Sófocles quien nos habla de un Ayax -enloquecido por Atenea- quien mata furiosamente a unos bueyes por confundirlos con los griegos. La locura en esta tragedia no es una inflamación de los humores, ni mucho menos un trastorno sino un castigo divino, algo que se envía con la fuerza e intensidad que sólo cosas como el inevitable Destino pueden tener.

Posteriormente en la Edad Media que, si bien adaptó muchos elementos clásicos, también aportó otros tantos aún vigentes. Padecer una enfermedad como la epilepsia y otras afecciones de la mente era lo mismo que estar poseído por el demonio, lo que implicaba dos cosas: que la persona -mayormente mujeres- practicaba la brujería o necesitaba un exorcismo. También se hablaba de la locura religiosa cuando los santos experimentaban los éxtasis místico o las personas tenían visiones divinas. En la literatura y el arte en general siguen presentes las tragedias y algunas teorías de la Antigüedad, en el caso de la melancolía, sin embargo no se tiene tanta información, cosa común al estudiar esta época.

El Renacimiento vino con su antropocentrismo y confianza en el ser humano como único animal racional. Después Descartes nos dice que el alma es lo único cognoscible y que al dudar de todo llegará a su famoso Pienso, luego existo, comenzando así con el Racionalismo y la idea de la locura como un problema mental. El arte -en el que el hombre es el animal superior- no se ocupará tanto de su locura como de la perfección de lo humano.

El Barroco llegó con una de las figuras más importantes que España aportó a la literatura universal: el Quijote. Este hombre, que se vuelve loco por leer libros de caballería no sólo delira, sino que es capaz de decir la verdad. Aparece por primera vez la idea del loco que se muestra más coherente que cualquier cuerdo, y lo hace en el momento indicado: cuando la sociedad está entre la decadencia y la crisis. Las investigaciones sobre el tratamiento de la locura continúan, sobre todo en países como Inglaterra -con las clínicas- muchas de ellas sin control, para enfermos mentales.

La época más optimista es la de la razón. Cuando se tiene la seguridad de que la locura no es sino una afección de la mente y que puede tratarse o curarse con todo tipo de terapias que van desde cosas realmente violentas hasta reclusión en apacibles y bellos jardines. El arte es equilibrado y sensato. Se busca y valora la originalidad sin dejar de ver a la obra como fruto de una psique sana y análoga al crecimiento y floración de las plantas.

Los poetas románticos adoraron la imaginación como la empresa más noble. Burda visión mecánica -decía Blake-. Entonces se habla del artista como un loco, un "refugiado que huye de Bacon, Newton y Locke". Sin embargo los románticos no fueron tan lejos y aceptaron al mismo tiempo la idea del artista loco y el genio saludable. Posterior a esto aparecen los Decadentes, los poetas malditos que se asociaron los trastornos mentales con otras enfermedades de naturaleza diversa (sífilis, tuberculosis) y vicios (alcoholismo, drogadicción). Flaubert, Baudelaire, Verlaine, Rimbaud. Ellos, por oposición al gusto burgués sostenían que el verdadero arte surgía de lo mórbido y lo patológico; la enfermedad y el sufrimiento encendían y liberaban el espíritu, a veces con ayuda de hachís, opio y ajenjo.

Cesare Lombro sostuvo que los artistas y escritores estaban trastornados y probablemente necesitaban tratamiento. J. F. Nisbet en The insanity ut genius (La locura del genio) hace una sarcástica celebración de "los hombres de letras que cayeron en la locura: Swift, Johnson, Cowper, Southey, Shelley, Byron, Campbell, Goldsmith, Charles Lamb, Edgar Allan Poe... Y por su parte Freud ve el arte como el hijo de la neurosis. Tras él vino toda una generación de psicoanalistas que se dedicaron a interpretar os suelis y los símbolos, destacando entre ellos a Jung y a la hija de Freud. Durante esta época el Surrealismo buscó explorar el subconsciente con el arte onírico. La literatura se vio afectada por estos cambios que se reflejaron -en gran parte- en dos corrientes del siglo XX: el Realismo Mágico y la Literatura fantástica.



Bibliografía (por si quieren indegar más en el tema)

Porter, Roy. Breve historia de la locura. Tr. Juan Carlos Rodrpiguez. México, FCE-Turner, 2003.

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