Adolfo Bioy Casares
Sensación de vomitar II
07/03/10
La sensación de vomitar va más allá de sólo querer sacarlo. Generalmente queremos vomitar cuando algo nos hace daño.
Así es, la sensación va más allá de sólo un malestar estomacal, es decir, la mente es tan grande que nos provoca daños físicos incomparables.
Platicaba de esta sensación con algunos amigos. No me equivoco, les ha pasado como a mí: enojados, tristes, alegres, excitados, etc... la reacción es casi la misma en el caso más extremo de esas emociones: el querer vomitar. Esas emociones llegan a ser dañinas cuando uno las lleva al extremo. Me han dado noticias, he visto cosas, he escuchado otras tantas que, cuando me guardo el coraje o la tristeza, provocan que quiera vomitar. Me he enojado, me he asqueado hasta el extremo de sentir cómo los jugos gástricos suben por mi esófago y cuando trato de mitigarlo y evitar tan desagradable estallido, regresan a mi estómago, haciéndome sentir los jugos a través de él.
El vomitar es tan asqueroso como soltar la cruda verdad y me atrevo a comparar mi realidad y mis angustias, así como el asimilarlas, con el desagradable hecho de vomitar que tanto detesto.
Pensemos en este hecho: el enamorarse, que hace que sintamos las ya aclamadas mariposas en el estómago que tanto bien nos hacen, que tanto alegran y se vuelve tan fuerte que quieres vomitar de la alegría. Creo que a muchos les ha pasado así.
Otro hecho que propicia tal acción es el estar por dar la cara al público, sea para exponer, actuar, dar conferencia, etc... uno se siente desfallecer, se marea y esa angustia en el estómago es el detonante de querer vomitar.
Mencionemos también el hecho de ver alguna escena violenta, a muchos les hace querer vomitar el ver escenas sangrientas, o de sexo, o no toleran ver una película gore completa.
Puede continuar la lista, sin embargo el punto al que quiero llegar es el siguiente: el vómito como la realidad, son cosas desagradables por las cuales las personas pasan. Y cuando pasa, duele tanto que terminamos soltando lágrimas de alivio o agonía.
Y seguimos digiriendo cosas que nos hacen daño y como bacterias se quedan y se acumulan dentro de nosotros esperando el momento de estallar, aquejándonos poco a poco hasta que se hace tan insoportable que lo único que queda por hacer es querer desecharlo como mierda. Pero terminamos con la cara hacia el piso, derrotados.
domingo, marzo 07, 2010
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- León de Papel
- Cuando ustedes se acuestan cansados/as apagan la luz y se vuelven de cara a la pared. Yo siempre he tenido encendida la luz de mi alcoba. Sólo conozco el color del muro en las madrugadas.
**Nota
En esta nota declaro que las entradas marcadas con dos asteriscos (**) no son de mi autoría y/o son recopilaciones de distintas fuentes.
Gracias.
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"Pero la india les explicó que lo más temible de la enfermedad del insomnio no era la imposibilidad de dormir, pues el cuerpo no sentía cansancio alguno, sino su inexorable evolución hacia una manifestación más crítica: el olvido. Quería decir que cuando el enfermo se acostumbraba a su estado de vigilia, empezaban a borrarse de su memoria los recuerdos de la infancia, luego el nombre y la noción de las cosas, y por último la identidad de las personas y aún la conciencia del propio ser, hasta hundirse en una especie de idiotes sin pasado."
2 comments:
Mira lo que escribes, ¿te parece bien que una muchachita tenga sensaciones como esta? Ahora mirame,no tengo nada que darte, no tengo nada, no soy nada. Ni siquiera puedo ser un buen amigo para ti, no puedo.
Pienso escapar, aunque escapar no es mi especialidad; lo siento, aunque creas que soy demasiado egoísta para sentirlo.
Abandonaste el mundo que conociste para estar conmigo y creo que deberías volver, volver y ser la chica cuando lo conociste, ¿te acuerdas de ella? ¿puedes recordarla? dime ¿soportaría esto? ¡no! ¿me soportaría a mí? ¡no!
Ese anónimo me dió miedo. Att: Alejandra Montes de Oca
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