Adolfo Bioy Casares
Azar
16/09/09
A veces me han preguntado si creo en el azar, pero tampoco creo que las cosas estén fríamente calculadas, ni que la suerte existe o las coincidencias, yo siempre pienso que soy víctima de las circunstancias y si no lo soy, las víctimas son aquellas personas a las que veo que les ha tocado ser parte de ellas.
Cierto día estuve a punto de ser atropellada cinco veces, no sé si fue porque mi paso era lento o porque debo dejar de mirar al piso cuando camino, o los conductores van muy rápido, qué sé yo. En toda esta semana he estado a punto de ser atropellada, pero tal vez aún no es tiempo. Hay un dicho que dice "el que de su suerte habla, la desgracia atrae", tal vez hablar de esto ocasione que un día de éstos sea atropellada... o tal vez no, pero es como si debatiera contra la muerte o la desgracia, como quieran verlo; si diese un paso más en aquellas ocasiones seguro tendría una ligera o grave lesión en la pierna o seguro no estaría aquí escribiendo sobre ello, porque nunca me detengo en seco. Esa es una.
Otra. Después de festejar a Loncho, me regresaba con Alba, pasamos por el mismo lugar donde Loncho fue asaltado, no niego que por un momento sentí miedo y que caminé sosteniendo fuertemente mi bolsillo (y a Alba también), no sé por qué rayos lo llevé, pudieron arrebatármelo fácilmente. Una de dos: o el asaltante estaba festejando que era 15 de septiembre y se fue a su casa a descansar y después a dar el grito sin saber por qué lo hace. O se fue a un lugar donde pudiera asaltar en masa. Pero las circunstancias permitieron que ese día que pasábamos Alba y yo -o los días que paso por ahí después de ir de visita a casa de Fando- no sucedió nada que pudiera afectar al orden público y pasamos por ahí sin ningún problema.
Uno más. Después de pasar sana y salva y abordar el transporte a casa, pasando por el centro de cierta delegación, ví cómo un sujeto arrebató el celular a una chica y corrió sin más ni más, sin que alguien lo detuviera, pero lo peor del caso es que había una patrulla una cuadra atrás de dicha escena y los policías (y no lo digo por estar ardida, pero es verdad que lo ví) estaban acurrucados en sus asientos delanteros echando la fiaca. Presencié un hecho que pudo haberme sucedido.
Una última. El camión siguió avanzando y pasé en el momento preciso en que una procesión -de cierta figura religiosa cuyo nombre no mencionaré- estaba a punto de tomar la calle que es muy transitada y por donde siempre paso, total que aún no salían a la calle principal cuando lo ví pasar y por un pelo de rana calva me salvé de estar en el tráfico y el caos que eso crea.
Después de casi pasar por todo esto, regresé a casa sana y salva preguntándome por qué las circunstancias me permiten ver o no ver, vivir o no vivir esas cosas que veo que otras personas sufren, como ser asaltadas, ser atropelladas o atorarse en el tráfico por motivos de índole religiosa, más que por un accidente. Pero por ahora sólo debo fijarme por dónde camino, salir con muchos amigos para intimidar y salir a una hora adecuada para llegar a tiempo a donde tenga que llegar. Llegué incluso a pensar en aquella escena de El curioso caso de Benjamin Button, donde describe la cadena de hechos que se suscitaron para que finalmente Daisy fuera atropellada o lo que debió pasar para que no sucediera así, sin embargo, pasó.
miércoles, septiembre 16, 2009
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- León de Papel
- Cuando ustedes se acuestan cansados/as apagan la luz y se vuelven de cara a la pared. Yo siempre he tenido encendida la luz de mi alcoba. Sólo conozco el color del muro en las madrugadas.
**Nota
En esta nota declaro que las entradas marcadas con dos asteriscos (**) no son de mi autoría y/o son recopilaciones de distintas fuentes.
Gracias.
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